Orígenes del café

El café tiene su origen en Etiopía, región africana situada en el valle del Rift, donde se encontraron los primero cafetos, que son los arboles del café.

Según se dice, un pastor de cabras local, observaba como sus animales solían comer las vayas de cierta planta, hasta entonces desconocida. Hasta aquí todo normal, pero con el paso del tiempo, las cabras se volvían más activas, y sus compartimientos no eran iguales que antes de ingerir los frutos. Esto le llevó a probar esos frutos rojos. Crudos y maduros no le gustaron, pero al dejarlos en la lumbre, ese primer olor intenso a café recién tostado si, eso si le gustó.

Al comienzo, el café fue reconocido como un estupefaciente en el mundo islámico y mulsulmán por su contenido en cafeína. Además, algunos hombres comenzaron a juntarse con otros hombre a tomar café y a jugar a juegos como el ajedrez, fomentando las relaciones entre ellos, relaciones que a ojos del islam no eran muy correctas. Por estos legisladores y religiosos del Islam de la época propusieron que se regulase en incluso prohibiese el consumo de café.

Sin embargo, otra vertiente dentro del Islam, estudiosos y escribas de textos sagrados hicieron una campaña en pro del café como elemento esencial para sus quehaceres religiosos, pero por la noche, apelando que el café les ayudaba y mucho en sus tareas. Y gracias a estos, que el café se dejó de considerar como un estupefaciente y no se prohibió en sus inicios.

Hablando de inicios, el primer nombre que recibe el café que hoy conocemos como café, es «qahwah», que es un vocablo árabe que significa «estimulante».

Al comienzo, el café se tomaba, bueno y aun se sigue tomando, en infusión, primeramente molido, y vertiendo agua caliente encima, como el té. En Turquía, por ejemplo, es en el agua mientras que se calienta, donde se mezcla el azúcar. ¿Sabías que en Turquía era motivo legal de divorcio, que un marido no proporcionase a su mujer al menos una taza de café al día?